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El liso en olaya Luis Tower La historia del clásico de la champeta

 


En el mundo de la estética, liso se refiere a un tipo de cabello sin ondas ni rizos, con una textura suave y completamente recta.

En el diseño, describe una superficie o tejido sin estampados ni textura, completamente uniforme.

Y en la arquitectura, lo liso es aquello plano, sin relieves ni decoraciones.

Pero en el Caribe colombiano —y especialmente en Cartagena— liso tiene otro significado.

Un liso es esa persona astuta, sagaz, con malicia y calle.

Alguien que se las sabe todas, que no se deja engañar y que, con picardía, se abre paso sin ser necesariamente malintencionado.

Y es que cuando en la playa suena esa guitarra con una  águila en la mano, tú sabes que el liso llegó…

Esa es la champeta, ese ritmo callejero y rebelde que inmortalizó uno de los grandes pioneros de esta cultura cartagenera: el palenquero Luis Towers.

En 1995, Luis Towers tomó una decisión que marcaría la historia musical del Caribe colombiano: dedicarse abiertamente a hacer champeta.

Y lo hizo con fuerza, con calle, con sabor… arrancando con un éxito que se convertiría en leyenda: “El Liso en Olaya”.

Esta canción, nacida en uno de los barrios más icónicos de Cartagena, no fue cualquier tema.

Como dice el mismo Towers, “El Liso en Olaya” es el único clásico de la champeta, una obra que rompió barreras sociales y estratos, llevando el ritmo palenquero desde las esquinas hasta las discotecas, de los pick ups a la memoria colectiva.

Aún hoy, tres décadas después, suena con la misma fuerza de entonces.

Se baila, se canta, se siente…

Porque El Liso no es solo una canción. Es una declaración de identidad.

Es Cartagena.

Y es la voz de Luis Towers, que convirtió la champeta en legado.

La champeta no es solo música: es una forma de contar la vida desde el Caribe.

Son canciones anecdóticas, nacidas en los barrios, inspiradas por noches de fiesta en los pick ups —esos enormes equipos de sonido que hacen vibrar las esquinas de Cartagena y otras ciudades de la costa.

Cada tema es una historia. Un chisme con ritmo.

Como “El Liso en Olaya”, una canción que narra cómo un hombre atrevido se mete con una mujer casada… y por liso, le advierten que “se la van a mochar”.

Una advertencia con humor, con picardía, con ese doble sentido tan propio de la cultura caribe.

Y es que la champeta es eso: viveza, malicia, fiesta y cuento.

Es esa manera tan colombiana de relatar lo cotidiano con ritmo, con carcajadas y con baile.

Cuenta el Papá Rasta de la champeta que, inicialmente, la canción “El Liso en Olaya” fue entregada al Nene del Sabor Stereo, pero en ese momento no generó mayor revuelo. Fue meses después, en octubre, cuando Rumba Stereo, de la mano del locutor José Manuel Pinzón, decidió ponerla a sonar junto al reconocido DJ Cueto, que el tema explotó en popularidad.

La canción, que en su estribillo dice:

“No seas liso, saca la mano, que te la van a mochar”,

se convirtió en un fenómeno en todos los bailes. Pero lo curioso fue que, por la forma en que sonaba, la gente entendía mal la letra, escuchando:

“Joselito, saca la mano, que te la van a mochar”.

Esa confusión provocó un fenómeno inesperado:

Cada vez que Luis Towers llegaba a los bailes, varios hombres llamados José se le acercaban emocionados, agradeciéndole por haber “hecho una canción con su nombre”. Se sentían homenajeados y orgullosos de ser parte —aunque fuera por error— de un tema que estaba pegado en toda la ciudad.

Con tanto agradecimiento y celebración, el Papá Rasta terminó tomándose una buena cantidad de licor, cortesía de esos mismos Joselitos agradecidos.

Una confusión que, más que un error, se convirtió en parte de la leyenda de la champeta, y que ayudó a inmortalizar aún más la canción, que hasta el día de hoy sigue sonando con la misma fuerza.

Narcochampeta: La banda sonora de una ciudad en disputa



Por Alfredo Díaz Mulford a.k.a Alfre2 Emecé 

"Si quieres controlar a una nación, comienza por controlar su cultura popular." — Noam Chomsky.

Reflexionando sobre las palabras del cantante Young F donde mencionaba este  fenómeno, es imposible ignorar una realidad que crece en Cartagena como sombra que nadie quiere mirar de frente: algunos artistas del género, están alimentando sin saberlo —o tal vez sí— el imaginario colectivo del crimen organizado en los barrios populares.

Así como el gangsta rap en EE. UU. y los corridos tumbados en México narran y glorifican las lógicas de las pandillas y el narcotráfico, ha surgido en Cartagena la narcochampeta. No nació de la noche a la mañana. Fue después de años de desplazamientos por el conflicto armado acompañado de la fallida desmovilización paramilitar, cuando la guerra rural se trasladó a la ciudad, que la champeta empezó a mutar como espejo del entorno.

La música no es culpable del deterioro social. La desigualdad, la corrupción estructural y un Estado local fracturado son la raíz. Pero cuando la música se convierte en altavoz de estructuras criminales, se vuelve parte del mismo problema. Ya no es sólo fiesta: es discurso. Es mensaje. Y ese mensaje está llegando a jóvenes sin oportunidades, sin guía, sin protección.

Muchos artistas hoy mandan “cobas” a capos urbanos, glorifican armas, rutas y estilos de vida donde el éxito se mide en muerte y dinero ilegalmente obtenido. Y como decía Pierre Bourdieu, "La violencia simbólica es aún más peligrosa que la física, porque actúa sin que lo notemos".

No se trata de censurar, sino de llamar a la responsabilidad. La champeta tiene el poder de transformar, de sanar, de reconstruir tejido social. ¿Por qué seguir usándola como reflejo de muerte cuando puede ser motor de vida?

Es hora de que algunos artistas de champeta midan el peso de sus palabras y comprendan que su música forma parte del entorno emocional y cultural de miles de jóvenes.

Porque mientras cantamos lo que nos destruye, ignoramos lo que nos puede construir. Y si no se da el “stop” desde la conciencia artística, Cartagena seguirá bailando al ritmo de su autodestrucción.

Nuevos Acuerdos entre el MEN y FECODE: Transformaciones en el Concurso Docente para 2026


En el marco del diálogo social entre el Ministerio de Educación Nacional (MEN) y la Federación Colombiana de Educadores (FECODE), se han alcanzado importantes consensos que marcarán el rumbo de la política educativa en Colombia hacia el año 2026. Los denominados “Acuerdos 2025” representan una hoja de ruta para fortalecer la educación pública y dignificar la labor docente.



Pilares Generales de los Acuerdos 2025



Los acuerdos abarcan temas estructurales que buscan transformar las condiciones del sistema educativo, entre los que se destacan:


  • Fortalecimiento de la política pública educativa: Se proyecta mejorar la orientación escolar, la inclusión y el acompañamiento pedagógico en los niveles de preescolar, básica y media.
  • Compromiso con la educación para la paz: En línea con el Plan Decenal de Educación, se prioriza una educación que promueva la construcción de paz territorial.
  • Fortalecimiento del Programa de Alimentación Escolar (PAE): Se impulsará una gestión con enfoque regional y contextual, articulando las Unidades Administrativas con Personalidad Adscrita (UAPA).
  • Manejo de los Fondos de Servicios Educativos: Se establecerán nuevas directrices para la gestión de inventarios y recursos.
  • Atención a zonas de difícil acceso: Se revisarán criterios de priorización y se incluirán territorios en conflicto o en riesgo, con el fin de garantizar el acceso equitativo a la educación.




Reforma al Concurso de Ingreso Docente: Hacia una Evaluación Integral



Uno de los ejes centrales de los acuerdos es la reforma al concurso de ingreso a la carrera docente, que implica una transformación del actual Decreto 915 de 2016. Estas son las principales novedades:


  • Concurso de carácter abierto: Se mantiene la participación abierta para todos los aspirantes que cumplan los requisitos, incluyendo tanto docentes provisionales como de carrera. No será una convocatoria exclusiva para ningún grupo.
  • Evaluación con enfoque integral: Se superará el modelo donde la prueba escrita era eliminatoria por sí sola. En su lugar, se aplicará un sistema que combina:
    • Resultados de la prueba escrita (con peso significativo, como un 80%).
    • Valoración de la experiencia docente.
    • Reconocimiento del arraigo territorial, es decir, del vínculo del docente con la comunidad educativa en la que labora.

  • Esta sumatoria definirá si el aspirante supera la etapa eliminatoria, permitiendo que experiencia y contexto aporten al puntaje final.
  • Ajustes normativos requeridos:
    • Actualización del Manual de Funciones Docentes, incluyendo nuevos perfiles como los docentes de apoyo.
    • Reorganización de la planta docente, especialmente para garantizar la permanencia de los tres grados de preescolar.
    • Reforma del Decreto 1421 de 2014, fortaleciendo el rol de los docentes de apoyo e inclusión.




Una Convocatoria con Nuevas Reglas



El objetivo es que el concurso docente 2026 se realice con estas nuevas disposiciones, lo cual representaría un paso hacia una evaluación más justa, contextualizada y que valore verdaderamente la trayectoria y compromiso de los maestros en sus territorios.


Desde el MEN y FECODE se reitera el compromiso con el fortalecimiento del sistema educativo público, reconociendo a la carrera docente como pilar fundamental para el desarrollo social del país.


La crisis de los 30

La Crisis de los 30: Una Reflexión Desde el Corazón

Por: Lord Oskr

¿Qué es realmente la crisis de los 30?

Quizás alguna vez escuchaste esa frase: “la crisis de los 30”, pero solo ahora empiezas a entender lo que realmente significa.
No se trata de la década de los años 30, cuando todo era diferente en el mundo, sino de esa etapa de vida en la que el pasado empieza a pesar con nostalgia, el futuro se llena de dudas… y el presente se convierte en un espejo de preguntas.

¿Quién imaginaría que mi abuelo, nacido en los años 30, hoy estaría usando un celular?
En su tiempo, comunicarse por carta ya era complicado.
Pero la vida es eso: una constante transformación. Una suma de momentos, cambios y despedidas.

Gracias, vida

A pesar de todo, tengo razones para dar gracias.
Gracias por la alegría en el rostro de mis padres,
por enseñarme que los sueños más hermosos
son los que parecen más lejanos.

Gracias por permitirme llegar a los 33 con fe,
como lo hizo Cristo.
Por el canto de las aves en las mañanas,
por las caídas del amor y las sorpresas del camino.
Por este mundo real, aunque a veces desee otro.

Gracias por cruzarme con almas que, aun con poco,
comparten con el alma abierta.
Por los recuerdos y por los cuerdos que me llamaron loco.
Y por el amor inmenso de mi madre,
que vale más que cualquier fortuna que el azar pueda dar.

El tiempo no se detiene

El reloj sigue corriendo.
Los ídolos de nuestros padres están muriendo.
Nuestros abuelos se están yendo…
y nuestros padres se están convirtiendo en abuelos.

El ciclo se repite, como lo pensó Alfredo Emece.
Y nosotros, la generación de los 90,
ya vivimos nuestra propia “crisis de los 30”.

Ya no somos los niños del barrio.
Ahora somos los que escuchamos:
“señor, pásenos el balón.”

Pero no podemos dejar que el tiempo nos aplaste.
¡Aún tenemos tiempo!
Tiempo para escribir nuestra historia,
para vivir lo que valga la pena,
para no arrepentirnos de no haberlo intentado.

Nostalgia viva

Más de 30 años de experiencias vividas.
Y sí, a veces la nostalgia nos visita.

¿Recuerdas esas tardes de diciembre?
Planeando con tus hermanos, primos y padres
qué hacer el 7, el 8, el 24 y el 31.

Hoy, muchos ya no están.
Y frente al espejo, las canas ya no son pocas.
Aunque el tinte las oculte,
el tiempo no se puede disfrazar.

Como decía Celia: la vida es un carnaval.
Y como cantaba Diomedes: mi primera cana.
Hoy se asoman muchas.

El tiempo te da… pero también te quita.
Y uno aprende a soltar.
A rescatar lo que vale,
y dejar ir lo que duele aunque cueste.

El niño que no quería crecer

De niños, soñábamos con ser grandes.
Hasta que llegó la primera deuda,
el primer recibo,
el primer dolor de espalda…
y el primer silencio de una cuadra vacía.

Bendito el día en que entendí que la salud es más importante que un empleo.
Lo aprendí de Edgardo Monterroza, el padre de mi musa.
Bendito el día en que conocí a quienes me han apoyado en esta travesía.
Bendito el día en que apareció mi Lady Jessi,
que nunca me ha dejado solo.
Y bendita mi familia,
el motor de mi vida.

Cierre: aún hay tiempo

Y sé que tú, como yo,
quizás estás pasando por esta etapa.
Esa pensadora silenciosa que muchos llaman crisis existencial.

Pero no te rindas.
Respira.
Mira lo que has vivido.
Mira lo que tienes.
Mira lo que todavía puedes construir.

Dale gracias a Dios por esta oportunidad de estar vivo.
Por este regalo sagrado que se llama vida.

Aquí seguimos…
en este viaje llamado los 30,
prometiendo cada lunes empezar la dieta,
haciendo videos por hobbie,
y viendo Dragon Ball Z como si el tiempo nunca hubiera pasado.


¿Te sentiste identificado?

Déjame un comentario o compártelo con alguien que también esté viviendo esta etapa. Porque a veces, lo que más necesitamos… es saber que no estamos solos.

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Video Incrustado de YouTube

El mundo de la música tropical está de luto. Nelson González, el legendario fundador de la orquesta Nelson y sus Estrellas, falleció este sábado en Bogotá a los 78 años, tras enfrentar complicaciones de salud derivadas de una severa neumonía y una infección bacteriana. Su partida fue confirmada por su mánager, Paola Andrea González, quien informó que el artista murió hacia las 3:00 p. m. a causa de un paro cardiorrespiratorio. Nacido en Venezuela, Nelson González se convirtió en un arquitecto del sonido tropical latinoamericano. Su estilo inconfundible, que combinaba elegancia, emoción y una orquestación refinada, dejó una huella imborrable desde los años 70. La orquesta que fundó se transformó en un verdadero ícono en América Latina, con éxitos que marcaron generaciones, como “La Sirena”, “Londres”, “Guaracha y Bembé” y “Llora corazón”. Un legado eterno en la música tropical En los años 90, ninguna reunión familiar latinoamericana estaba completa sin los sonidos festivos y sentimentales de Nelson y sus Estrellas. La canción “La Sirena viene hacia mí” se convirtió en un fenómeno cultural antes de la era de TikTok, con coreografías espontáneas que unieron a millones de personas en celebraciones y eventos sociales. Nelson González no solo fue un talentoso músico y director de orquesta, sino también un pionero de la salsa en Colombia. Su debut en la Feria de Cali de 1969 marcó un antes y un después en la historia musical del país. Desde entonces, su música fue la banda sonora de innumerables momentos inolvidables en hogares de toda Hispanoamérica. Reconocimientos y tributos A lo largo de su carrera, González fue reconocido por su contribución a la cultura latinoamericana. Recibió la condecoración como Caballero de la República y la Cruz de Bolívar en el grado de Comendador, además de ser declarado huésped de honor en varias ciudades colombianas, incluyendo Cali, Ibagué, Pasto, Melgar y Zarzal. También fue distinguido con las llaves de estas ciudades, como símbolo de gratitud por su impacto cultural. Una estrella que seguirá brillando Hoy, el universo de la salsa y la música tropical despide a uno de sus grandes pilares. Aunque Nelson González ha partido físicamente, su legado seguirá vivo en cada pista de baile, en cada reunión familiar, y en el corazón de quienes lo escucharon alguna vez. Su música trasciende el tiempo y continúa siendo un símbolo de alegría, sentimiento y tradición. Desde aquí, le decimos gracias, maestro Nelson, por tantos años de inspiración. Que descanse en paz, en la presencia del Padre Celestial.


 El mundo de la música tropical está de luto. Nelson González, el legendario fundador de la orquesta Nelson y sus Estrellas, falleció este sábado en Bogotá a los 78 años, tras enfrentar complicaciones de salud derivadas de una severa neumonía y una infección bacteriana. Su partida fue confirmada por su mánager, Paola Andrea González, quien informó que el artista murió hacia las 3:00 p. m. a causa de un paro cardiorrespiratorio.


Nacido en Venezuela, Nelson González se convirtió en un arquitecto del sonido tropical latinoamericano. Su estilo inconfundible, que combinaba elegancia, emoción y una orquestación refinada, dejó una huella imborrable desde los años 70. La orquesta que fundó se transformó en un verdadero ícono en América Latina, con éxitos que marcaron generaciones, como “La Sirena”, “Londres”, “Guaracha y Bembé” y “Llora corazón”.



Un legado eterno en la música tropical



En los años 90, ninguna reunión familiar latinoamericana estaba completa sin los sonidos festivos y sentimentales de Nelson y sus Estrellas. La canción “La Sirena viene hacia mí” se convirtió en un fenómeno cultural antes de la era de TikTok, con coreografías espontáneas que unieron a millones de personas en celebraciones y eventos sociales.


Nelson González no solo fue un talentoso músico y director de orquesta, sino también un pionero de la salsa en Colombia. Su debut en la Feria de Cali de 1969 marcó un antes y un después en la historia musical del país. Desde entonces, su música fue la banda sonora de innumerables momentos inolvidables en hogares de toda Hispanoamérica.



Reconocimientos y tributos



A lo largo de su carrera, González fue reconocido por su contribución a la cultura latinoamericana. Recibió la condecoración como Caballero de la República y la Cruz de Bolívar en el grado de Comendador, además de ser declarado huésped de honor en varias ciudades colombianas, incluyendo Cali, Ibagué, Pasto, Melgar y Zarzal. También fue distinguido con las llaves de estas ciudades, como símbolo de gratitud por su impacto cultural.



Una estrella que seguirá brillando



Hoy, el universo de la salsa y la música tropical despide a uno de sus grandes pilares. Aunque Nelson González ha partido físicamente, su legado seguirá vivo en cada pista de baile, en cada reunión familiar, y en el corazón de quienes lo escucharon alguna vez. Su música trasciende el tiempo y continúa siendo un símbolo de alegría, sentimiento y tradición.


Desde aquí, le decimos gracias, maestro Nelson, por tantos años de inspiración. Que descanse en paz, en la presencia del Padre Celestial.